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Goliath contra David: la fagocitación en el sector cervecero

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En España la cerveza artesanal y su cultura son relativamente recientes, sobre todo comparadas con la estadounidense y la británica. Al otro lado del charco se puede decir que reinventaron la cerveza a principios de la de los noventa. A finales de la década este nuevo modo de producción cervecera artesanal llegaría a las costas de la pérfida Albión. Estas nuevas microcerveceras y sus distintos modos de producción también ayudaron a revitalizar una industria cervecera familiar que estaba de capa caída, con las “Real Ale” casi desaparecidas de los pubs británicos.

Esta nueva industria cervecera creció de manera exponencial en ambos lados del Atlántico. Donde antes solo había unas pocas grandes cervecera, en poco tiempo se crearon cientos de micro y nanocerveceras. En el caso británico las cerveceras familiares y regionales, también recibieron un empujón, aunque no solo por la nueva ola cervecera.

Así que en el nuevo mundo cervecero fueron felices y comieron perdices… Pues va a ser que no. Mejor dicho, no para todos.

En los últimos años, las grandes cerveceras industriales, han sufrido dos grandes golpes: el primero, una reducción de la ingesta de bebidas alcohólicas por parte de las generaciones más jóvenes. El segundo, un cambio en los gustos de los bebedores de cerveza. Ya no se busca algo rápido y barato con poco sabor. Mucha gente gracias a la explosión de las cervezas artesanas busca cerveza con sabores fuertes e ingredientes superiores. No importa tanto el precio (hasta cierto punto), sino su calidad.

Las grandes cerveceras decidieron ponerse en marcha para contrarrestar esta pérdida de mercado. Muchas de ellas se consolidaron mediante fusiones o compra de otros monstruos cerveceros, como la compra de SabMiller por parte de la Belga AB-InBev. También decidieron la creación de nuevas marcas y versiones de sus cervezas para atraer de nuevo a parte de los consumidores que se estaban decantando por cervezas artesanales.

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La fecha clave en Estados Unidos es 2011. AB-InBev compra Goose Island, una de las mayores cervecera artesanales independientes. A partir de ahí varias cerveceras serán devoradas. El mayor comprador será el gigante belga. En 2015 llegaría el segundo gran golpe a la cerveza independiente. Heineken compra el 50% de Lagunitas. Dos años más tarde comprará su totalidad. Esta vorágine compradora acabaría con la independencia de Devils Backbone, Cigar City, Brooklyn Brewery, Anchor y muchos más.

En el Reino Unido las pequeñas cerveceras estuvieron a salvo, ya que el movimiento artesanal empezó mucho más tarde al otro lado del charco. No tuvieron tanta suerte las cerveceras regionales familiares. Gran parte habían cerrado o habían sido compradas por las más fuertes dentro del territorio Británico. Otras productoras familiares fueron adquiridas por las marcas industriales, buscando sobre todo las marcas regionales más conocidas.

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Pero a todo cerdo le llega su San Martín. Al final, la gran industria cervecera también dirigió su mirada al mercado artesanal Británico. En 2015 Ab-InBev compra Camden Brewery. Después Heineken compraría Brixton Brewery. Ninguna de estas dos cerveceras eran de gran importancia, sobre todo comparadas con la siguiente adquisición por parte del gigante verde. En 2018 Heineken compra la mitad de Beavertown, aunque, supuestamente, la cervecera de Tottenham mantiene su independencia operativa. La respuesta por parte de los consumidores y de la industria independiente fue de decepción y el boicot. Las compras no pararon ahí. Lion, una empresa australiana que pertenece al grupo cervecero japonés Kirin, compro Fourpure. En 2019, Lion también incorpora a su lista Magic Rock, una de las cerveceras artesanales británicas más famosas. Como colofón final Fullers, productores de cervezas tan famosas como London Pride y London Porter, vende su negocio cervecero a Asahi.

¿Por qué las cerveceras independientes se dejan comprar, ya sea parcial o totalmente?

No hay una razón principal y en muchos casos depende de cada cervecera y su particularidades. La respuesta más simple es por dinero. Un negocio que lleva abierto algunas veces poco más de 4 o 5 años puede ser vendido por millones. Otra razón es la falta de liquidez de algunas cerveceras. Estas se han expandido demasiado rápido y sin un control de las cuentas, rozando con ello la bancarrota.

Quizás las dos razones más importantes sean:

  • La necesidad de capital para seguir creciendo y con esto entrar dentro de una cadena de distribución más grande. Si Heineken compra una cervecera craft, sus cervezas serán distribuidas más allá de pubs y bares artesanales.
  • La segunda razón es el protegerse de una doble crisis: de la cerveza artesanal y de la economía. Se lleva años hablando de un pinchazo en la burbuja de la industria artesanal, la cual podría estar unida a una crisis económica global.

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El problema está en que cuando haces un pacto con el diablo tienes que pagar con tu alma. El alma, en el caso de la cerveza, suele ser independencia y calidad. Como ya ha sucedido en los Estados Unidos, varias de las cervezas que habían sido referentes, sufrieron cambios de sabor e incluso de calidad. Esto no es debido a que se utilicen peores ingredientes, sino al aumento de la producción hasta niveles casi industriales. Es más difícil controlar y aumentar los niveles de producción de manera rápida y masiva sin que parte del proceso artesanal se pierda. Además, se puede dar el caso de la modificación de la receta para poder llegar a más consumidores, con un paladar menos exigente y preparado.

Nota del editor: las fábricas que pasan a otras empresas cerveceras suelen adoptar los proveedores de la matriz.

Con respecto a la independencia, las cerveceras que son adquiridas van perdiendo poco a poco su poder de decisión. Se paran líneas y marcas de cerveza con menores beneficios. Se priorizan las cervezas core y las marcas más reconocidas. Su distribución pasa a manos de la compañía madre o de grupos de distribuidores sin conocimiento sobre la cerveza artesanal. Las grandes cerveceras a su vez presionan a pubs y bares para que solo vendan sus marcas, reduciendo así el número de sitios donde se pincha cerveza artesanal independientemente.

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¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto? Principalmente, que esta carrera por ver quién domina el mercado craft por parte de las grandes cerveceras está lejos de terminar. Todavía se producen compras en los EEUU y en el Reino Unido. También está ocurriendo en otros sitios de Europa como Italia y España. En la Península Ibérica, Mahou-San Miguel ya compró a la americana Founders, así como la española Nómada. Aunque esto abra las puertas a una nueva audiencia, también puede diluir las calidad y diversidad de la cerveza, en algo apto para todos los públicos y a la vez mediocre. Además corre peligro el tejido de pequeñas empresas cerveceras que han hecho de la cerveza artesanal uno de los grandes cambios en el consumo de alcohol de principios del siglo XXI y finales del XX.

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